Con el paso de los años una va agarrándose a pequeñas cosas para la supervivencia mental. Son mínimos espacios interiores, que me voy contando para conformar la aventura de vivir. Ahora lo podeis llamar entereza o aceptar las cosas ,poco agradables excepto si le dedicamos una reflexión profunda con empeño de alumno aplicado. Pero no siempre es así, y no tiene por qué ser así, bastante hacemos con sobrevivir con una sonrisa en la cara.
Gasté energía y tiempo en tratar de arreglar lo irreparable y, probablemente, hasta derramé lágrimas por lo que ya fue o no logré que fuera.
En mi vida a algunas personas les falto tiempo para decir lo que hacía mal, pero no para proporcionar ideas ni consejos. Más adelante vinieron los buenos y malos amigos, las buenas y malas parejas y otras personas de difícil clasificación.
Pero todos tenían algo que decir, bien a la cara o por la espalda, así clavan las puñaladas traperas.
Como es bastante difícil decidir cuándo queremos ayuda y cuándo queremos que nos dejen en paz. Si me cuentan un problema y me piden opinión y ayuda, me implico.
Y cuando tengo un problema y pido opinión y ayuda, espero que la otra persona se implique también. Y funciona bastante bien.
Mirando hacia atrás,pensaba escribir largo y tendido acerca de....
Es entonces cuando me da por reflexionar,por mirar hacia atrás y
recordar sobre lo que fue, lo que pasó, lo que pudo ser, lo que debí hacer..
Me ha servido de válvula de escape emocional, como si de una jornada de "¡sentimientos fuera!" se tratara, terapia psicológica, y animo otros a sentir el deseo de destaparse emocionalmente.
Que cada vez hacen falta menos cosas para ser feliz o quizás debería decir que cada vez menos cosas “me importan” al menos para lograrlo.
La mayoria de las veces pegaré patinazos otras quizás este algo más lúcida. Normal. Eso depende casi siempre de cómo haya pasado el día y si he podido agasajar a la mente como se merece, pero en todas mis cosas sigo diciendo lo que siento.
Es otro espacio de libertad al que tengo acceso y soy consciente del privilegio.
Ocurre muchas veces que los planes se nos desbaratan, que un proyecto ni aparece siquiera,que hay ilusiones que se desvanecen antes de nacer. Bueno, pues a falta de otra compensación primera, me digo a mí misma: “esto no ha podido ser,los problemas no pueden salir más caros, así que ¡más barato! a las rebajas”.
Entre el cabreo o la tristeza elijo lo pragmático ,resiliencia ,que es un poco más cursi, pero mi generación diría afrontar la adversidad, porque es lo que hay.
Al resto del mundo que viva su vida con sus luces y sus sombras. Que ya pintamos demasiadas canas…
Así que yo también me siento con la emoción de contribuir de alguna manera a lanzar mi grito de guerra "la vida hay que vivirla hasta el final".
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