La edad es solo un número; no define quién eres "soy yo, llevo 50 años siendo yo”.
No hace falta someterse a todo tipo de dietas, salir a trotar con un entusiasmo desenfrenado, parecido al de Forrest Gump; subir a Patios en bicicleta.
Deje que las últimas briznas de juventud se pierdan sin ponerse licras o bicicleteros. De todos modos vas a envejecer. Hágalo ahora, pero sin que amanezca con dolor en la espalda.
Yo elegí madurar, no envejecer. Por eso siento que este momento está bueno porque se hace una gran transición. Me gusta madurar, ver la vida desde otro lugar. Soy muy ansiosa y he hecho muchas cosas en la vida, no me arrepiento prácticamente de nada, entonces me gusta entrar en esta etapa.
Cambia la relación con tus hijos, con tu pareja, con tu trabajo, te subes al escenario de otra manera desde el sentimiento.
Parte de la propia realidad subjetiva tanto de las mujeres como de los hombres.
Como apunta la escritora Lourdes Ventura:
“La suavidad o la aspereza de la piel, el pecho, la sexualidad, la maternidad, la crianza, las arrugas,
el envejecimiento, son aspectos que las mujeres interiorizan como si fueran sus únicas señas de identidad.
Y al mismo tiempo pareciera que no se ven del todo a sí mismas y siguen buscando el rostro
en el espejo como en los cuentos: espejito, espejito...”
La dictadura del cuerpo es la exigencia llevada al extremo.
Las mujeres son evaluadas con estereotipos rígidos difíciles que, independientemente de su modo de vida, resultan difíciles o imposibles de cumplir en gran medida la publicidad nos dice quiénes somos y quiénes deberíamos ser.
Nos dice que lo más importante para las mujeres es el aspecto físico en la perfección absoluta: sin arrugas, sin barriga, ni manchas ni michelines. Sin marcas de expresión, sin rastros de historia ni señales de haber vivido, las mujeres de estos anuncios consiguen detener el tiempo mediante estos productos como en el anuncio de Código Juventud de L'Oréal Paris,
" La crema antiedad de nueva generación que ilumina, borra las arrugas y reafirma tu piel en un solo gesto ", jajajaja.
Este es el tema en cuestión: a los 50 años tengo por delante la posibilidad (teórica) de vivir 40 años más. Algo así como la tercera parte de nuestra vida.
La pregunta que hago es si todo ese tiempo puede ser tratado como un bloque al que se le asignen características comunes.
La otra pregunta tiene que ver con que ¿desde dónde? una persona puede ser definida desde la cronología de su fecha de nacimiento, desde lo que la biología considera vejez, desde lo que la sociedad le posibilita, etc.
El gran dilema se define en términos de quién soy para el otro y quién es el otro que mira o evalúa. Quién soy para mí y cómo soy desde mí y desde mis posibilidades.
Este dilema aún no resuelto ni enfrentado será el responsable de que el número de años complique nuestro estar en el mundo.
Nadie puede mirar su propia vejez hasta que no empieza a reconocerla en sí mismo. Vemos la vejez del otro y es desde esa mirada que la amamos o la odiamos de acuerdo a lo que valoramos como buena o mala vejez. Cuando es el otro el que nos reconoce viejo (casi siempre antes de percibirla nosotros) podemos ofendernos o darnos cuenta soy viejo en relación al otro, es decir, más viejo que ó mayor que.
Uno siempre es más viejo que alguien y más joven que otro ya que vivimos rodeados de gente de diferente edad.
La juventud sin buenos modelos de vejez se quema en su propio fuego creyendo que serán jóvenes siempre.
Una sociedad necesita de la presencia de por lo menos 3 generaciones -dicen los antropólogos- hoy coexisten más.
Somos muchos más los mayores, menos niños, menos adolescentes, pronostican los sociólogos. Habrá que pensar el mundo de una nueva manera.
La actual está llegando a su fin.
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